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Nacida en Asís de familia distinguida, llevó vida de joven social como todas las nobles de su tiempo y ciudad. Oyó hablar de Francisco de Asís, de su conversión y de su vida penitente. Se impresionó por su figura y rechazó el matrimonio que se la imponía a los 18 años.
Otros ideales brillaron en su vida. Siguiendo a Francisco, abandonó su hogar familiar el domingo de Ramos de 1212, después de dar a los pobres los bienes de su dote. Se refugió en el monasterio benedictino de San Pablo y al poco tiempo se sintió impulsada a buscar otro estilo de vida más exigente y evangélico. Eligió el modelo franciscano, en contra de todos los que pretendieron mantenerla en otra dirección socialmente más significativa.
Organizada esta forma femenina en el monasterio de S. Damián, tuvo que sufrir mucho hasta verla confirmada por el Papa que la autorizó y defendió ante los detractores.
Ella misma perfiló la Regla de la “Hermanas menores”, las primeras franciscanas, al estilo de la hecha por Francisco de Asís para sus Hermanos menores. Esa Regla terminó siendo aprobada por Inocencio IV en 1253. Ese año falleció Clara, que pronto fue canonizada en Agosto de 1255. Los conventos de clarisas se extendieron por todo el mundo.
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